Costumbres

D. 5. Vida Cotidiana Taína. D. 5. Vida Cotidiana Taína. Diseño: J. Arvelo. Dibujo: F. Castro

IV bohioVivienda – Residían en aldeas o Yucayeques de tamaño variable, siendo la mayoría pequeñas (de 10 a 20 familias), hasta encontrarse poblados grandes con alrededor de 3,000 personas. 

Las viviendas, llamadas buhíos o bohíos, eran de dos tipos: una planta circular con el techo cónico y otra rectangular de techo a dos aguas que se cree llamaban caney, reservándolas como vivienda del cacique o utilizándolas para templos. 

Esos bohíos se construían relativamente rápido atando tablas de palma con bejucos (lianas y enredaderas silvestres), y entretejiendo hojas secas de palma o yaguas a manera de techo. 

Se les conocieron pocos animales domésticos: el perro mudo llamado aon, y las cotorras o higuacas

Juegos – Al igual que otras sociedades prehispánicas, los taínos practicaban juegos y competencias como la lucha corporal, carreras, y el llamado juego de pelota, que consistía en mantener una pelota en el aire golpeándola con todas las partes del cuerpo excepto las manos. Se celebraba en el batey o plaza ceremonial de la aldea con una pelota hecha de la resina del árbol Copey (Clusia rosea Jacq.).

Transporte – Las canoas o cayucos fueron un objeto fundamental en la vida diaria; medio de transporte y carga, estaban hechas de un solo tronco de árbol y con estas se desplazaban fácilmente de un punto a otro entre las islas. Las habían de muchos tamaño, llegando algunas a poder contener más de cuarenta hombres. Los remos se llamaban nabes y se supone que, al igual que las canoas, fueran delicadamente decorados. 

Mobiliario – Entre su mobiliario se destaca la hamaca tejida de algodón, cama colgante que además de cómoda y fácil de transportar, aísla a la persona del suelo evitando contacto con insectos y alimañas. 

En un hogar taíno se encontrarían además: vasijas de cerámica, higueros (Crescentia cujete), aprovechados como recipientes, vasos, cucharas, etc. Cestas, morteros, ralladores, bateas (bandejas de madera), los ídolos propios de esa vivienda y tal vez un duho o asiento ceremonial pequeño.

Gran importancia tuvieron además el cihuacán y el burén, siendo el primero una larga cesta que se llena con masa fresca de yuca y al colgarlo se le atraviesa un palo para exprimir el jugo tóxico a manera de torniquete; el segundo, era un plato grande y liso usualmente de barro, que puesto sobre un fogón de tres o cuatro piedras sirve para cocinar las tortas de yuca llamadas cazabi o casabe.

cocinando cazabe graphicDieta – El casabe fue el plato estelar de la dieta antillana, es altamente nutritivo y se conserva fresco por veinte días o más. Alimento también de los conquistadores, la técnica de su elaboración se ha mantenido intacta a través de los siglos. 

Por igual se elaboraban unas tortas de la raíz de la guáyiga y se consumía el maíz, la yautía, el maní, el lerén, el mapuey, y los llamados ages, o batatas

Apreciaban mucho el ají (Capsicum frustecens), pues lo mezclaban con el agua de beber para darle sabor y es posible que a manera de especie. Fumaban tabaco (Nicotiana tabacum), lo que al parecer encanto a los europeos, quienes rápidamente compartieron este hábito. 

La dieta incluía además mucho pescado de mar y de río, camarones y xaibas, roedores como hutías, curíes y mohíes, carne de iguana y de manatí así como variedades de aves, caracoles, gusanos y algunos insectos.

Las frutas más aprovechadas fueron el mamey, el mamón, la guanábana, la papaya o lechoza, el caimito, hicacos, guayabas, algunas variedades de piña y los nísperos. 

La jagua o xagua (Genipa americana), y la bixa o bija (Bixa Orellana), además de ser utilizada como remedios, fueron los colorantes principales tanto para la cerámica como para las decoraciones corporales. 

vestuario woodblock indiansDecoración y Vestuario – Visualmente, los taínos y ciguayos eran pueblos muy interesantes; se cree que poseían buena dentadura (probablemente en base a su sana dieta) y que eran sumamente higiénicos, bañándose con frecuencia en los numerosos ríos y arroyos donde introducían también a los recién nacidos probablemente para purificarlos. 

Se conoce que los ciguayos iban desnudos y se “tiznaban” la cara y el cuerpo de negro, llevando el pelo muy largo como hemos señalado. 

Los taínos practicaban la deformación craneal como símbolo de belleza, por lo que amarraban a los bebes en tablillas de palma ejerciéndole presión hasta lograr la forma deseada. 

Iban regularmente desnudos y solo las mujeres con marido usaban una nagua o faldilla de algodón. 

Lampiños como la generalidad de indígenas americanos, se teñían la piel para protegerse de las picaduras de insectos y para decorarse, lo que realizaban en abstractos diseños parecidos a los de su cerámica. Confeccionaron sellos con estos diseños utilizándolos para estamparse áreas del cuerpo con el color de su agrado, usualmente blanco, negro azulado, o rojizo. 

Llevaban ligas de algodón en los brazos y las pantorrillas, gustando mucho de collares, brazaletes y tobilleras de cuentas o de caracoles. Se han encontrado gran cantidad de aretes o pasadores que elaboraban en madera, concha, hueso y a veces en barro, estos, muy bonitos por cierto, eran llamados taguagua.

Los caciques y nitaínos podían llevar un anillo de oro colgando de la parte inferior de la nariz, así como un guanín o disco también de oro colgando del cuello. Se cree que por igual utilizarían las guaizas o carátulas de concha y de hueso para colgarse en el pecho, o colgarlas en la parte delantera de unos cinturones tejidos de algodón. 

Al estar su vida íntimamente relacionada con sus creencias y divinidades, abundaban los amuletos de muy variados tipos y tamaños, que se amarraban al cuello o sobre la frente en ocasiones ceremoniales y enfrentamientos bélicos. 

Enterramientos – Sus enterramientos casi siempre se han localizado en terrenos cercanos a las aldeas y dentro de cavernas. En la mayoría de los casos, el cuerpo se encuentra sentado y rodeado de los objetos necesarios para su otra vida en el coaybay o lugar de los espíritus. 

En el caso de los caciques se les enterraba sentado con el cuerpo fajado, en su duho, y a veces, su esposa preferida era enterrada (viva) junto al marido. En algunos lugares se conservaba la cabeza del ser querido para fines rituales, tal vez por considerarla, como sugiere el Arqueólogo Manuel García A., “la parte principal del sujeto donde residiría la esencia del ser”.7